En este capítulo les contaré sobre alguna de mis experiencias musicales en mi carro. Nací en Bogotá y he vivido por 28 años en esta ciudad, fría en las madrugadas y algunas tardes llenas de bochorno y sopeso. Durante un día normal hago 4 o 5 paradas, entre reuniones y encuentros divertidos, cada recorrido es de 30 minutos aproximadamente llevándome a permanecer en el carro 2 a 3 horas diarias oyendo Discos compactos (conocidos popularmente como CD por las siglas en inglés de Compact Disc, es un disco óptico utilizado para almacenar datos en formato digital). Desde hace algunos días, he venido pensando en los finales de las canciones, pues hace mucho no escucho El fade-out, esa atemporal técnica para terminar los últimos segundos de una canción con una paulatina reducción del volumen que se volvió popular en la década de 1950 y gobernó los últimos 30 años de música. Durante un mes llevo oyendo diferentes canciones y no es por alarmarlos pero estamos en una dramática perdida del fade-out pues según un estudio de William Weir de Slate, esta técnica ha perdido popularidad desde los 90s evidenciándose en los últimos años. De los top 10 de 2011, 2012 y 2013, sólo hay una canción que implementa el fade-Out: “Blurred Lines” de Robin Thicke, la cual es intencionalmente retro.
Uno de los primeros fade-out de la historia lo hizo el compositor Gustav Holst en un concierto en 1918, durante la sección “Neptuno” de su obra “The Planets“, en la cual él instruyó a sus música a mantener una misma nota repetida hasta que el sonido se perdiera en la distancia. En esa entonces se pensaba que “Neptuno” era el planeta más distante del sistema solar.
Más adelante, los avances en la tecnología jugaron un importante papel en el crecimiento del fade-out. La grabación eléctrica emergió en los años 1920, lo que le permitió a los ingenieros subir o bajar la amplificación. Entre 1940 y 1950, lograr el efecto se volvió más sencillo con la introducción general de la grabación sobre la cinta magnética.
No tenemos muy claro cuál es la razón de la lenta desaparición del fade-out pero en términos completos y exhaustivos que presenta la investigación de Weir en Slate, lo más probable es que, así como los accesorios, los carros y las canciones, el fade-out simplemente haya pasado de moda.