Anoche, en el mágico concierto de The Weeknd, descubrí una faceta fascinante de este artista. Más allá de su impresionante voz y su carisma en el escenario, desveló un capítulo intrigante de su historia. The Weeknd, cuyo nombre artístico nace de un fin de semana perdido con un amigo tras abandonar el colegio, reveló una vida marcada por experiencias intensas desde una edad temprana. A sus 11 años, se adentró en el mundo de las drogas, pasando de la marihuana a sustancias como la Ketamina y el MDMA. También se involucró en situaciones poco comunes, como un supuesto robo en un supermercado.
A pesar de su tumultuoso pasado, la voz de The Weeknd es un auténtico tesoro en el panorama musical actual. Con vibratos que evocan el espíritu del R&B, agudos expansivos y bajos profundos que resuenan en el corazón, este artista es una verdadera joya vocal. En su música, The Weeknd juega hábilmente con el autotune, empleando diferentes grados para lograr efectos asombrosos. En el estudio, utiliza un ligero autoajuste para pulir su voz, mientras que en algunas canciones, como «Sidewalks», adopta un autotune más fuerte para crear ese distintivo efecto robótico, al igual que lo hiciera Cher en el pasado, marcando una tradición en la música convencional.
Según Carlo Montagnese, el socio de producción de The Weeknd, su proceso comienza con Auto-Tune EFX, una versión antigua que da un giro único a la voz. Este enfoque de autotune no busca simplemente la corrección de tono, sino la creación de un efecto robótico, al estilo de Daft Punk. En el concierto de anoche en Bogotá en el majestuoso Estadio Nemesio Camacho El Campín, The Weeknd no solo nos regaló su música excepcional, sino también una visión más profunda de su trayectoria y su maestría vocal. ¡Una experiencia inolvidable!
PD: La Foto Top que acompaña esta columna musical fue tomada por Mava Villamizar para Ocesa Colombia
Mira el reel del concierto acá:
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